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- ESPECIAL DE HALLOWEEN (LICAN VS ZOMBIE)
Posted by : Unknown
domingo, 3 de noviembre de 2013
EL ZOMBIE
Caminaba sin sentido por las calles de ese
barrio adinerado de la ciudad, casi sin conciencia pero aún movido por la sed
de venganza, hacía días que ese maldito de Daniel se había comido mi corazón,
lo había escupido y pisoteado, mis ojos habían perdido su expresión, no había
más sentimientos que odio y venganza… así me dirigía esa fría noche de
principios de noviembre hasta aquella casa, dispuesto a saciar mi apetito de
carne, aderezado de venganza.
EL LICAN
Daniel, por desgracia también era su
nombre, por desgracia también poseía aquellos ojos pequeños y traviesos iguales
a los de aquel que había hecho trizas mi corazón y me había convertido en
zombie, hijo único de una familia de buena posición económica, travieso,
juguetón e inocente, como lobezno en pleno aprendizaje en este fatídico
mundillo que nacimos.
LA CRÓNICA DE LA BATALLA
Llegué ya entrada la noche a aquel
aquelarre de criaturas, gatos, hadas, brujas, esqueletos, yo era el único
zombie, las delicias del dios Baco hacían mella en aquellas criaturas, que se
prodigaban en juegos y algarabía, hasta que llegó él.
Le gustaba llamar la atención, sabía de su
enorme poder (adquisitivo y de conquista), irrumpió intempestivamente en la
fiesta, haciendo escándalo, irreconocible y transformado, Daniel, el
lican, había llegado al aquelarre,
pronto hubo un sinfín de criaturas arremolinadas a su alrededor, mientras yo,
el zombie observaba desde una esquina, con recelo, a sabiendas de que ese
nombre, y esos ojos serían su perdición.
Un gato y un hada fueron su compañía esa
noche, hechizados por el elixir del dios Baco, lo habían sentado en el centro
de aquel salón en una amplia silla tapizada en terciopelo rojo y tallada al
estilo clásico, el gato a la derecha, el hada a la izquierda, se turnaban para
beber de la boca de aquel lican, el gato, haciendo gala de su desfachatez
masculina, pasaba sus garras por el pecho del lican, bajando a la entrepierna
palpitante de ese lobo adinerado, palpaba esa verga entre dura y suave, por
encima de aquel desgarrado pantalón, mientras el hada, tierna y femenina se
entretenía sobando suavemente aquellos pequeños pezones en ese pecho aún
lampiño de lobezno en crecimiento.
Los brebajes de aquel aquelarre pronto
hicieron mella en los concurrentes, convirtiendo el jolgorio en un tremendo
cementerio de horrendas criaturas, que se entregaban ya plácidamente en los
brazos de Morfeo, mientras la luna estaba ya muy cerca del horizonte, yo no
dormía, vigilaba lleno de odio, sed de venganza y lleno de rencor.
-Es hora de atacar- pensé mientras me
arrastraba en ese mar de cuerpos hasta llegar hasta el Lican, la presa que
había elegido para aquella noche.
Ataqué directo a la boca, comí de aquellos
labios haciéndolos sangrar, a la vez para evitar que alguna de las criaturas
del salón escapara de los sueños de Morfeo, y así montado en sus piernas
inmovilizándolo comía de sus labios y su lengua.
Sabía que aquel lobezno ávido de aventuras
no me rechazaría y así podría vengarme aunque no fuera el Daniel que me
convirtió, tenía los mismos ojos y el mismo nombre, lo arrastré con fuerza
hasta la habitación de baño de aquel salón, o empujé sobre el lavabo,
comiéndole la boca con ansia característica, mientras mis manos jugueteaban ya
con la carne de su entrepierna, suave y de un color blanco muy sensual, un
glande terminado en punta y de grosor medio, haciendo de él una delicia.
Bajé a comer de esa carne con ansia
mientras el Lican gemía y aullaba de manera silenciosa, atrancando la puerta
del baño y con la luz apagada, sólo la tenue luz de la luna llena nos alumbraba
esa noche, la inexperiencia del lobezno, acabó en una tremenda corrida que me
llenó la descarnada boca de ese elixir de juventud.
Subí de nuevo y comiéndole la boca le di a
beber de su propio elixir, mientras sus piernas flaqueaban, terminé de
desgarrarle la camisa mordiendo su cuello, babeando sus pezones y
mordisqueándolos llevándolo a un lugar de éxtasis total que sus gemidos no
podían disimular.
El odio hizo su presencia en mi cuerpo
vació y sin razón, lo empujé sobre el lavabo, ahora de frente al espejo, podía
el lican ver su reflejo entre sombras y luz de luna llena, pudo observar mis
ojos detrás de él, ojos de odio y venganza, lo tomé con fuerza de la cintura y
seguí mordiendo su cuello mientras hacía caer su desgarrado pantalón.
No tuve compasión, mi ya enorme y
palpitante verga estaba dispuesta a destrozar a Daniel, a cobrar venganza, por
lo que me había hecho, apunté directo a su palpitante ano, libre de vellos y
cubrí su boca, porque sabía el aullido de dolor de aquel lobo al sentirse
herido.
Mi verga entró plena y ávida de carne,
sintiendo lo estrecho de aquellas paredes anales, mientras el lobo se retorcía
entre mis brazos, presa del dolor, pero yo era más grande y fuerte, pudo ver mi
sonrisa burlona en el reflejo del espejo, y empecé a comer de ahí, entrando y
saliendo totalmente, para volver a clavar mi estaca en su carne hasta el fondo,
hasta llevarlo a ese punto donde su dolor se transformaba en placer.
Sus aullidos ya no dejaban duda, me movía
entrando y saliendo comiendo de su espalda y de su cuello, hasta anegar su
estrecho agujero de lobo con mi semen zombie, había ganado y estaba satisfecho.
Después de eso sólo volví a tomar su verga
(otra vez erecta) y lo masturbé con fuerza, casi lastimando hasta hacerlo
venir, su semen manchaba y escurría de las paredes del baño, mientras el mío
resbalaba de su año, mezclado con sangre, se dio vuelta y me besó con ansia de
lobo, mientras huía hasta su guarida a sólo unas cuadras de aquel salón…
EPÍLOGO
Podría decirse que fue una violación, pero
no había nada más que decir, estaba destrozado por lo que me había hecho
Daniel, y me prometí que yo sería igual o peor que él, que ya no habría más
sentimientos en mi corazón, que le dejaría mi razón al cuerpo, volví a ver a
Daniel (el que en aquella fiesta de disfraces llegó disfrazado de Lican) quiso
que fuera su primer novio, pero me negué rotundamente, le expliqué que aún
tenía muchas cosas que experimentar, y que se definiera en sus gustos, porque
besó a Paulina (el hada) y a Agustin (el gato) en frente de todos y eso lo
dejaba muy mal parado, mantuvimos contacto un tiempo y volvimos a coger pero,
el era adinerado y yo trabajador, y sus caprichos a veces lo hacían un tanto
insoportable, así que un día de buenas a primeras me alejé de su vida.